sábado, 29 de diciembre de 2012

Dale

Si hoy escribo esto es porque me siento en pleno cambio, en plena transición, en la cumbre más alta entre lo que fui y lo que quiero ser, en ese cambio constante y esa pelea enviciante de querer ser otro. ¿Dije otro? Nono, no me refiero a cambiar miles de cosas de mi personalidad. Tendría que volver a nacer para eso. Me refiero a mejorar, a dejar que aún más mi personalidad salga a la luz y me ilumine a mi con lo que en verdad sé que soy posible de lograr, esa felicidad, plenitud constante, ese positivismo que no se generó del aire, que apareció para cambiarme y mejorarme la vida y hoy me siento acá, en ese estado de embriagadez dado por la locura de querer crecer.

Luchar contra uno mismo es lo más importante, es prácticamente la batalla "final" o más marcada que uno puede tener. Siento que no debe tener fin ya que, si lo tiene, significa que nos volvimos estáticos y algo dentro nuestro se rompió. Sí, es verdad, cuando estamos en plenitud y felices, no tenemos por qué cambiar ciertas cosas. A lo que voy es que tampoco tenemos que dejar de aprender de nosotros y, el hacerlo constantemente, es mantenernos dinámicos. No perdamos eso.

Y como dije más arriba, hoy me siento en este lugar, en este estado de constante y duros cambios, cambios que quiero y en los cueles trabajo cada mañana al despertame y cada noche al volverme masoquista y dejar que mi mente me inunde de estupideces y de frenos hirientes. Pero se logra, siento que existe un yo ya cambiado, mejorado, liberado de esta prisión interna, tonta, constante de boicot personal de la alegría.

Este dolor en el cuello está mezclado de historias y me encanta saber que no solo es por el miedo ni por la presión y el miedo de no llegar a conseguir algo. Muchas cosas cambiaron y veo los cambios, veo lo que me falta y, a la vez, me veo realizado, superado. Sé que existo más allá de lo que soy ahora.

Quiero respirar profundo, tocar la tierra, conectarme con algo que llevo dentro: mi solución. 

Existe, es real y siempre estuvo y si todo cuesta es porque el resultado va a ser pleno, hermoso, único y nunca me voy a arrepentir de vivirlo.



Se vienen cambios MUY importantes, más aún de los que ya pasé. 

Yo sé que ya estoy mucho mejor y que aún mejor yo puedo estar. Nunca estuve más convencido y me tengo mucha fe aunque parece que a veces flaquee.

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