Hablar de la confianza es como hablar de todo lo bueno visto en la vida, puesto en alguien o puesto en uno mismo. Lo que más necesitamos es eso, CONFIANZA.
Es eso que se pierde en una relación, es eso que perdemos cuando estamos tristes. Es eso que tambalea siempre y nos asusta.
Y es eso lo que se extraña, lo que se añora. Esa confianza que le das a otro, que otro te da. Esa traición que sentís cuando tu sincera confianza no es apreciada.
Ese miedo de confiar en tus propias decisiones, ese frío viento que te hace dudar y esa realidad tan clara.
Perder confianza en uno mismo, es no vivir. Es dejarse morir despacito.
Perder la confianza en el otro, habiéndola tenida previamente, es lo más doloroso de todo.
Confianza del noviazgo, esa mezcla de momentos que se añoran sin parar. Pensar que eso no vuelve, que la confianza es un camino de ida y que el pasado solo queda en el pasado.
La confianza nos mueve, señores. Confiar en el otro, es entregarse y es perderse un poco si en eso muere.
Yo no me perdí, pero sí me entregué. En esa confianza se fue parte de mi. En esa confianza caen algunas gotas saladas de nostalgia. Y en mi nace la nueva confianza.
Quiero vivir. Confío en mi para eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario