La cabeza nos hace pasar por las peores situaciones. O por lo menos, eso me pasa a mi hoy.
Me acuesto pensando y eso me obliga a dormirme una o dos horas más tarde de lo que mi cuerpo lo requiere. O sea, el cansancio está. Lo que no está es el interruptor que apague mi cerebro para por lo menos descansar un poco.
Tengo varias cartas sin jugar. Algo que se llama tiempo que todavía no lo puedo usar. Me persiguen los pensamientos, los recuerdos, la sensación de haberlo perdido todo cuando simplemente no lo encuentro. Ese temor inmenso que solo mi cabeza crea y así lo hace continuamente, sin dejarme descansar.
Anoto palabras en el aire para darme fuerzas, me tarareo una canción, sonrío, me despejo y vuelvo al comienzo, a mis recuerdos y a los momentos en que mi mente me vuelve a jugar una muy mala pasada. Pero como escuché en un tema "confío en la vida y en cada ciclo nuevo" (Leonchalon) y así me mantengo. Tengo esperanzas, de eso siento que me sobra cuanto más las busco. Y sí, reconozco que todo me cuesta, que sigo siendo el mismo tipo sensible, que necesito contención pero eso me pasa ahora, en la noche, con el sueño y con mi cabeza que ya sabe qué capítulo proyectarme para que ami me duela un poquito más. Compañera de tanto, enemiga del silencio.
Me voy a dormir, las palabras se quedaron acá digitalizadas. Las palabras no se las lleva el viento. Quedan grabada en cada corazón noble que las escuchó y que las dijo.
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